Algo que parece tan sencillo, a veces lo hacemos complicado. Cambia esa necesidad física básica por otra necesidad y verás como cubrirla se complica. Nos cuesta pedir lo que necesitamos porque esperamos que los demás se den cuenta de lo que queremos sin tener que decirlo. Pensamos que así pierde valor, o que si pido lo que quiero me convierto en egoísta.
Pero no nos sentimos egoístas cuando comemos o bebemos, ya que entendemos que son necesidades normales. Simplemente bebemos o comemos cuando nos apetece. Pero si necesitamos apoyo, comprensión, o desahogarnos, pensamos que si lo expresamos somos más débiles. Si pedimos un favor, pensamos que no somos los suficientemente independientes. Si pensamos en cubrir nuestras necesidades y no las de los demás, somos egoístas…
Y esperamos que los demás cubran nuestras necesidades como hacemos nosotros con ellos, siendo adivinos. Esperamos de los demás que se comporten como nosotros lo hacemos, y si no lo hacen pensamos que no les importamos, que no nos quieren y que no recibimos ni la mitad de lo que nosotros les damos a ellos. Nos sentimos decepcionados por los demás.
El problema no es ese, el problema es que nosotros pensamos en los demás y esperamos que los demás piensen en nosotros… pero ¿no es eso demasiado complejo? Sería más fácil saber qué necesidades tengo y gestionarlas individualmente o con ayuda de alguien y que los demás hagan lo propio. Es como si pretendiéramos que la otra persona nos vista todas las mañanas y nosotros a ella. Sería un lío ya que esa persona no sabría lo que me gusta o lo que me apetece ponerme ese día….¡¡¡si eso ya nos pasaba con nuestra madre a los 5 años!!! Nos quejábamos de que nos obligaba a vestirnos a su manera, aunque a nosotros no nos gustara. ¿No es más fácil que cada uno se vista a sí mismo? Nosotros conocemos nuestros gustos, nuestro estado de ánimo ese día, si nos apetece ponernos un pantalón o un vestido…¿por qué pretendemos que lo adivine la otra persona?
Si cada uno se viste a sí mismo seremos más felices, cubriremos nuestras propias necesidades y nos relacionaremos con los demás sin falsas expectativas, sin esperar algo del otro, sin decepciones, desde una relación más equilibrada, aceptando al otro tal y como es. Porque pedimos ser importantes para los demás cuando realmente no nos estamos sintiendo importantes para nosotros mismos.