A veces me imagino un termómetro como los que miden la temperatura cuando estamos enfermos pero que mida la intensidad de nuestras emociones, por ejemplo, del 1 al 10. Donde el 1 es una intensidad baja y el 10 la intensidad más elevada.
Por todos es conocido que las emociones alteran nuestra mente, la forma de razonar, prestar atención, etc. Así, cuanto más intensa es una emoción, más nos altera. Por ejemplo, el enfado. Cuando estamos muy enfadados nos cuesta incluso escuchar a nuestro contrario o razonar un argumento…
En consulta veo constantemente cómo parece que las emociones son algo ajeno a nosotros, sobre lo que no tenemos el más mínimo control y simplemente las soportamos de la mejor manera posible. Cuando se trata de emociones agradables las disfrutamos, con el miedo de ser conscientes que se nos pasarán en algún momento, rogando que duren lo máximo posible. Y cuando se tratan de emociones desagradables no sabemos muy bien cómo aparecen y menos aún cuando se irán.
Esperamos al momento de despertarnos para averiguar cómo nos va a ir el día. Si nos sentimos bien o mal, como si eso fura cuestión de suerte. Y somos capaces de dar por perdido un día en ese momento si nos sentimos mal o estamos de bajón. Esperamos que el día acabe cuanto antes para poder volver a empezar el siguiente día a ver si así tenemos más suerte.
Las emociones no son cuestión de suerte, ni incluso están dominadas por situaciones externas a nosotros. Pero deberíamos ser más conscientes de ellas y de los mensajes que nos quieren transmitir. Por ejemplo, podríamos empezar por averiguar qué sentimos, ponerle nombre a las emociones y después graduarlas según su intensidad. De 1 al 10. Así, si nos sentimos bien y en una intensidad baja o media quiere decir que todo va bien, podemos empezar el día. Pero si sentimos alguna emoción desagradable y la puntuación de la misma es alta no deberíamos quedarnos de brazos cruzados. Antes de levantarnos de cama podríamos intentar averiguar el origen de esa emoción y qué podemos hacer para sentirnos algo mejor.
Las emociones negativas o desagradables también son sanas y es normal sentirlas, pero no nos quedemos sufriéndolas pasivamente o incluso potenciándolas con nuestros pensamientos hasta niveles tan extremos si podemos cuidarnos y mantener esas emociones a niveles más bajos. Buscar actividades que nos gusten y nos relajen o buscar pensamientos más realistas son algunas de las estrategias que nos pueden ayudar.
No nos resignemos cuando empezamos mal un día. El día es muy largo y nosotros siempre podremos hacer algo para mejorarlo… o empeorarlo!!