Nuestra mente tiene una capacidad impresionante, no deja de sorprendernos. Pero ¿qué pasa cuando dejamos encerrado en un apartamento a un perro muy enérgico? Seguramente cuando volvamos nos encontremos un piso destrozado. Pues eso es lo que hace nuestra mente cuando no la ocupamos.
Cuando no ocupamos nuestra mente ella busca un “entretenimiento”. Igual que nosotros hacemos pasatiempos cuando nos aburrimos, nuestra mente busca problemas. Pueden ser racionales o irracionales, eso carece de importancia para ella. Empezamos a darle vueltas y más vueltas….tantas que a veces dejamos de hacer otras cosas, dejan de apetecernos. Y cada vez nos centramos más en el problema. Empezamos a sentirnos cada vez peor, más preocupados y angustiados, muchas veces por situaciones que ni siquiera están ocurriendo, por lo menos en ese momento.
Cada vez le dedicamos más tiempo y más capacidad mental. Si es necesario, dejamos de ocuparnos de otras cosas, otros pensamientos, para poder dedicarnos más y más a nuestro problema. Poco a poco va invadiendo más espacio en nuestras mentes y más tiempo en nuestras vidas. Cada vez más angustiados, empezamos a encerrarnos en nosotros mismos, en nuestra habitación. Cada vez nos sentimos más solos y desmotivamos. Ya no nos apetece hacer nada. No hacemos nada que nos “distraiga” de nuestro problema. Necesitamos centrarnos en él.
Así nos convertimos en auténticos fabricantes de emociones desagradables (o negativas) y evitamos todo aquello que nos puede proporcionar emociones agradables (o positivas), al tiempo que nos volvemos herméticos y no somos capaces de soltar, dejar ir esas emociones desagradables. Nos convertimos en verdaderas bombas de relojería, en una olla a presión a punto de explotar.
Si queremos cambiar el resultado deberemos cambiar la estrategia. Es importante sacar a pasear al perro, es decir, ocupar nuestra mente, especialmente si tenemos problemas. No es sano obsesionarnos con él. Es bueno dedicarle un tiempo para pensarlo, pero también saber desconectar de él. Hacer otras cosas, actividades de ocio, cosas que nos gusten, que nos entretengan, que nos generen emociones agradables.
Y debemos aprender a soltar las emociones, a expresarlas y desahogarlas. Por ejemplo, hablando con un amigo o familiar. Relacionarnos con los demás es una gran ayuda contra la soledad y el aislamiento que experimentamos cuando nos centramos en nuestros pensamientos, nuestro problema.