Todos tenemos una lavadora en casa, todas son de marcas diferentes, pero todas lavan la ropa más o menos igual. Que unas laven mejor que otras, a veces depende más de la ropa que le metamos y el programa que elijamos que de la lavadora en sí. Es decir, que si mezclo ropa blanca y de color, y elijo un programa largo, con agua caliente, seguramente la ropa salga estropeada. Por el contrario, si meto ropa blanca en un programa corto seguramente la ropa saldrá cuidada y limpia.
Pues eso pasa muchas veces con nuestra mente. Nuestros cerebros funcionan más o menos igual (no es que tengamos el cerebro “estropeado” si pensamos de forma más negativa) pero sí que depende de la ropa que le pongamos, es decir, los pensamientos que tengamos en nuestra mente, y el programa que elijamos. Así, si tenemos pensamientos negativos (o distorsionados) y les damos muchas vueltas, seguramente los pensamientos resultantes serán bastante peores que si metemos pensamientos más racionales (no distorsionados) y en un programa más corto, o lo que es lo mismo, no le damos tantas vueltas. El resultado será mucho más agradable y útil.
Por eso propongo que, para aquellas personas que tienen su cerebro acostumbrado a trabajar con pensamientos negativos (normalmente muy automáticos), y le den muchas vueltas a las preocupaciones, practiquen el siguiente ejercicio.
Se trata de que todos los días, antes de dormirse, piensen en 5 cosas positivas de ese día. No tienen por qué ser grandes cosas, a veces los pequeños detalles, esos que no vemos, son los que marcan la diferencia. Es importante que sean al menos 5 porque así tenemos que forzar un poco nuestra mente para encontrarlas. De eso se trata. De acostumbrar a nuestra mente a fijarse en lo positivo. Así, poco a poco irá adquiriendo esa habilidad, y se convertirá en algo automático que no hará falta pensar al final del día, sino que ya seremos conscientes de ellos durante todo el día.