Vivimos rodeados de personas, nos relacionamos constantemente con los demás, en el trabajo, en la frutería , el banco o el supermercado, pero… nos hemos parado a pensar alguna vez ¿qué opinan los demás de nosotros?
Es normal que nos importe la opinión que los demás tienen sobre nosotros, ya que nuestro bienestar depende en gran medida de las relaciones que establezcamos con los otros.
Pero a veces esta preocupación se convierte en una obsesión. Necesitamos caer bien, que los demás nos valoren, nos den su opinión… hace ya algunos años, conocí a un chico al que me presentaron diciendo mi nombre y que estaba estudiando psicología. De aquella estaba en primero.
Lo siguiente que oí fue su comentario:
-Estudias psicología… ¿puedes decirme cómo soy?
Claro está que yo no podía, no porque no quisiera, que también, sino porque yo no lo conocía de nada, no lo había visto en mi vida. Esa pregunta me dejó extrañada. Así que me quedé callada unos segundos y me disculpé diciendo que solo estaba en primero de carrera.
Él insistió, y yo sólo acerté a decirle que me parecía algo inseguro.
Dándole vueltas a la situación, pensé que alguien que le pregunta a un desconocido para que opine sobre él no debe ser una persona muy segura de sí misma. ¿Por qué le va a importar a alguien al que no conozco lo que opino sobre él?
Además, aunque le conociera, nunca iba a saber tanto sobre él como él mismo, así que, que más daba lo que yo pudiera decirle.
A veces nos centramos demasiado en la opinión que los demás tienen de nosotros, cuando lo más importante es la opinión que tenemos de nosotros mismos.